El Bajo Sinú, La Tierra del Agua
Basta con recorrer la carretera que conduce por toda la región del bajo Sinú a través del departamento de Córdoba, para apreciar los efectos devastadores de un invierno apoteósico, unas alcaldías ineficaces y un conflicto de opiniones entre entidades gubernamentales que impiden una rápida solución a dicha situación; el problema es que los únicos verdaderamente afectados es gente inundada en la pobreza, y para colmo de males ahora en el agua.
En el año ya son más de 119.000 afectados en los municipios de Lorica, Cotorra, Chima, Momíl, San Bernardo del Viento y Purísima, todos pertenecientes a la zona del Bajo Sinú. Lo que bien han llamado entidades como la CVS y en Ministerio de Ambiente como producto del cambio climático; ha entrado en dilema dado que para los habitantes de estos lugares no todo tiene que ver con el cambio, sino con un proyecto en la que se ven involucrado los más pudientes ganaderos y agricultores de la zona, y que tiene como objetivo liberar tierras para cultivos transgénicos y para la actividad ganadera. Sorprende entonces que de 55 mil hectáreas de humedales, 23 mil ya hayan sido disecadas para dichas actividades, reduciendo la ciénaga de manera considerable.
Es entonces el Bajo Sinú, una tierra de agua
Este octubre probablemente sea un recuerdo perdurable en la mente de esta gente que además de su pobreza ha tenido que padecer los fenómenos de la naturaleza, y los lentos procedimientos con los que han actuado las autoridades correspondientes. Las inundaciones los han llevado a la carretera a mostrar el mundo real a gente que poco o nada ha visto más allá de sus vidrios polarizados, pero que ahora ante tanta cercanía resulta imposible pasar la vista en alto. Se han vuelto parte del paisaje.
Desprovistos de sus pocos bienes -que ahora se los ha llevado la corriente - han salido a construir pequeños 'cambuches' de sacos y bolsas para protegerse de la intemperie; a mendigar en las ventanas de los autos una moneda que sirva para saciar el hambre de familias enteras; a usar el andén como patio, y como cocina, y como comedor, y como sala, y como garaje... a valerse de cualquier actividad para rebuscarse el día a día.
Sí, la naturaleza causó estragos; vengándose quizá con quienes menos daño le han causado: gente que sólo busca vivir de ella con cultivos naturales para un sustento diario mínimo, y que si invade algún terreno no apto para vivir es por falta de otros... porque no sólo fueron desprovistos por inundarse, ya lo habían sido a manos de una sociedad consumidora, elitista, despreocupada, desentendida y ciega, politiquera... por eso, aún cuando son ellos los afectados, siguen riendo... porque son felices con una realidad en la que nosotros probablemente no resistiríamos.
Así es, la naturaleza diría Copérnico: "Nunca hace nada superfluo, nada inútil, y sabe sacar múltiples efectos de una sola causa". He ahí la razón por la cual no quiso inundarnos la casa, sino los ojos de una realidad húmeda que llega al alma.
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